Un adiós para Yvelisse

Por: Diómedes Núñez Polanco

La recuerdo, vívidamente, en los aciagos días de los años 70, en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, mientras ella, con su cartera llena de sueños y tareas académicas, subía la escalinata del frontispicio del edificio; en las escaleras, en los pasillos, dialogando o discutiendo, animadamente, con estudiantes y profesores, y no puedo olvidarla, ¡jamás!, en aquel laboratorio social que eran las aulas donde impartía sus asignaturas, para forjar generaciones en los campos de la pedagogía y las letras. Así era de entusiasta Yvelisse Prats-Ramírez de Pérez.

Junto con Aristófanes Urbáez, hermano ido a destiempo en pleno apogeo de su producción intelectual, y Pedro Pablo Fernández formamos parte de sus discípulos, en las materias: Didáctica de las Letras y Prácticas Docentes I y II.

Estos ejercicios se impartían en el Liceo Panamericano, en la calle Paseo de los Periodistas, en Miraflores. Aquello se convertía en una especie de romería. Tanto en la facultad como en los tiempos de prácticas, conversábamos de política y literatura, lo cual continuamos después, en encuentros ocasionales, con la participación de Mario Emilio Pérez.

Pese a la división del Partido Revolucionario Dominicano y a la formación del Partido de la Liberación Dominicana, como en muchos otros casos, siempre mantuvo respeto y admiración por Juan Bosch. Ella recordaba, sin ocultar un dejo de nostalgia, que, en las dedicatorias a sus padres de sus primeros libros, Bosch nunca dejaba de mencionar a “la princesita Yvelisse”.

Como apasionada seguidora de Eugenio María de Hostos, descolló como educadora y política; escribió poemas, reunidos en La necesaria existencia (1982), y ensayos de temas educativos: Diagnóstico de la realidad educativa dominicana (1974), Educación Superior en la República Dominicana (1976) y Los días difíciles (1981), entre otros.

Durante años, publicó en Listín Diario su columna sabatina “Plural”. Siendo secretaria de Educación, en 1985, impulsó el traslado de los restos del maestro Hostos,que se encontraban en la Capilla de la Tercera Orden, al Panteón de la Patria.

Su devoción por Hostos fue influida por el ambiente familiar; su padre, Francisco Prats-Ramírez, fue fundador de la Sociedad Paladión. Realizó parte la misma relación con la obra de Bosch.

Además de funcionar como academia universitaria, la UASD de aquella época, especialmente durante los gobiernos de los Doce Años de Joaquín Balaguer, se había convertido, como alternativa, en el centro de reflexiones y debates de la problemática cultural, social, política, económica y antropológica.

Funcionó con mucho éxito el Centro de Estudios de la Realidad Social Dominicana (CERESD), que organizaba maestrías y eventos, con la presencia de expertos nacionales y extranjeros en diversas ramas del conocimiento. Entre sus directores figuraron Luis Gómez Pérez.

En 1967 se celebró en la UASD, la Tercera Conferencia Interamericana de Ciencias Políticas y Sociales, congreso en el que se presentó originalmente la tesis de Juan Bosch sobre el pentagonismo como sustituto del imperialismo; en los años 70, el historiador Franklin J. Franco coordinó un simposio internacional sobre la influencia de África en el Caribe.

Ése era el ambiente de la UASD y del país en que Yvelisse Prats-Ramírez de Pérez, desarrolló sus inquietudes y acciones educativas, sociales y políticas.
En una entrevista realizada con ocasión del 50 aniversario de la fundación de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), Yvelisse expresó:

“La fuerza con que la ADP nació nos sorprendió hasta a nosotros mismos: Porque fue ese proceso de disgusto, de amargura, de sentirse oprimido, de sentirse abusado, de no tener derechos a opinar, de ver como caía día a día, la gente joven no lo puede ni pensar, ‘hoy mataron a fulano, hoy mataron a perencejo(…) Desgraciadamente, en ese proceso al principio todo el mundo entusiasmado, todo el mundo poniendo los huevos en el mismo nido, todo el mundo compartiendo ideas, y luego empezaron las diferencias partidarias, las diferencias ideológicas, las diferencias de concepción, de cuál era la función que debía hacer la ADP, que tenía una responsabilidad muy grande sobre sus hombros que era hacer olvidar lo que no fue bueno antes y fortalecer la confianza de los maestros”.

Así como tuvo el temple de educadora, dirigente política y fundadora de un sindicato como la ADP, también fue depositaria de una enorme ternura. Queda expresada en este diálogo final. Ella le dice:

“¡Ay, Mario, se te va tu viejita!”

Y él le respondió en su despedida:
“Siempre llevaré en el recuerdo las veces que adormilada por los medicamentos, esbozabas tu hermosa sonrisa, cuando mientras acariciaba tu cabellera, te repetía:

  • ¡Viejita, viejita linda, estoy aquí junto ati! ¡Te quiero, te quiero mucho!”.