Aunque la diabetes tipo 1 no se puede prevenir, existen medidas eficaces para evitar la tipo 2. “Se ha demostrado que medidas simples relacionadas con el estilo de vida son eficaces para prevenir la diabetes tipo 2 o retrasar su aparición”, destaca la OMS. Algunas de las medidas señaladas por esta entidad son tener un peso saludable, mantenerse activo físicamente o evitar el consumo de tabaco. Asimismo, Rebeca Reyes, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, indica que una alimentación saludable “puede ayudar a prevenir la aparición de ese tipo de diabetes y un estilo de vida saludable es una parte importante para el control efectivo de todas las formas de diabetes y para ayudar a evitar complicaciones”.
La doctora Reyes explica que para los diabéticos se recomiendan las mismas pautas de alimentación que para la población general, es decir, la dieta mediterránea. “En el estudio Predimed se ha demostrado que la dieta mediterránea previene la enfermedad cardiovascular, por lo que debería ser la dieta de elección siempre”.
Científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBEROBN) han comprobado que los pacientes que reganan peso tras seguir una dieta de adelgazamiento son más susceptibles de padecer resistencia a la insulina y, a la larga, desarrollar diabetes.
Giuseppe Russolillo, presidente de la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas (FEDN), asegura que “un producto con la etiqueta ‘light’ puede contener niveles de azúcar no aptos para un diabético ya que, a pesar de haber bajado la proporción de azúcar, esta puede seguir siendo demasiado elevada. Además, puede que se llame ‘light’ porque ha disminuido el porcentaje de otro ingrediente que no sea el azúcar”.
“La contracción muscular provocada por el ejercicio consume glucosa de la sangre y previene las complicaciones de la diabetes. Sus beneficios se producen también a otros niveles: mejora las cifras de tensión arterial, de colesterol y la función cardiovascular”, expresan los expertos.
Los pacientes con diabetes tipo 1 necesitan administrarse insulina para poder vivir. Esta sustancia debe conservarse en las condiciones apropiadas para preservar su acción. Se recomienda guardar la insulina en la nevera a una temperatura de entre 4 y 8 grados centígrados mientras no se utilice pues, de este modo, permanecerá en buen estado hasta la fecha de caducidad del envase. No obstante, advierten que administrar la insulina recién sacada de la nevera puede resultar doloroso. “Para evitar esta sensación, la insulina que está siendo utilizada se puede mantener a temperatura ambiente. Lo ideal es entre 15 y 29 grados centígrados”, afirman. Y hay que desechar la insulina que está en uso después de cuatro semanas a temperatura ambiente, tal y como recomiendan la mayoría de los fabricantes. Asimismo, recalcan que la insulina no se debe almacenar en el congelador, ya que a temperaturas inferiores a 2 grados centígrados pierde su acción. Tampoco debe exponerse a la luz ni al calor.
Si su hijo tiene diabetes, “enséñele a valorar por sí mismo sus resultados e implíquele, en función de su edad y madurez, en el tratamiento de su enfermedad y en los controles”, aconsejan la psicóloga Olga Sanz Font y la Fundación para la Diabetes. De igual modo, sugieren ir dando al niño pequeñas responsabilidades. “Considérele capaz de ir aprendiendo y manejando el tratamiento de la enfermedad igual que un niño sin diabetes puede aprender tareas de su vida cotidiana”, precisan.
Los avances tecnológicos están contribuyendo de manera muy positiva al tratamiento de la diabetes. En este sentido, Eduard Montanya, director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM) afirma que la aportación de las nuevas tecnologías es muy importante y se da a niveles muy diferentes de la actividad asistencial. “Por ejemplo, la aplicación de nuevas tecnologías con los sistemas telemáticos interactivos entre el paciente y el equipo sanitario facilita la comunicación del paciente con los profesionales de la salud y permite una continuidad asistencial mucho mejor”.
Es necesario revisarlos cada día en busca de cualquier pequeña rozadura, herida o enrojecimiento. “Si detecta lesiones en los pies no las manipule y consulte al personal sanitario que le atiende. Nunca trate de quitarse usted mismo los callos”. “Hay que mantener los pies limpios, lavándolos a diario con agua tibia y jabón. El secado debe ser minucioso y debemos esforzarnos por eliminar la humedad de la zona interdigital”, indican los expertos de la Unidad de Pie Diabético de la Clínica Universidad de Navarra.
“Para el cuidado de las uñas, se deben utilizar tijeras de punta roma y lima de cartón. Todo ello con buena luz y sirviéndose de la ayuda de una lupa y un espejo si fuera necesario. Nunca hay que usar tijeras de punta afilada, cortauñas u otros objetos punzantes. Tampoco limas metálicas, callicidas ni piedra pómez”, precisan. “Las uñas deben cortarse de forma recta evitando cortar los lados. En cualquier caso, siempre que no se puedan realizar estos cuidados con la precisión que requieren, debe acudirse al podólogo”.
“Si tiene diabetes, corre el riesgo de presentar retinopatía diabética, una patología que, si no se trata, puede ocasionar pérdida de visión”, apuntan los especialistas del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido. Para prevenir esta afección, aconsejan someterse a revisiones oftalmológicas una vez al año.
Estas recomendaciones, junto a un estilo de vida saludable, contribuirán a un mejor control de la enfermedad. De hecho, las autoridades sanitarias señalan que con la medicación, una alimentación adecuada y la práctica de ejercicio físico se puede ayudar a prevenir y tratar las complicaciones que la diabetes trae consigo.
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