Por. Sandra Fernández
Ayer una señora me chocó por detrás. Mientras regresaba a casa y en espera del cambio de luz del semáforo en la Duarte con Aniana Vargas, Bonao, una yipeta impactó mi auto por detrás. Fue fuerte. Gracias a Dios yo siempre mantengo distancia de los autos que están delante, mantuve frenado el carro porque sino hubiera sido más colectivo el choque.
Regularmente vamos por la vida concentrados solo en el frente, olvidamos lo de atrás y solo lo notamos cuando nos chocan fuerte. Así es la vida, del pasado cargamos más cuando nos hacen daño, cuando nos lastiman, cuando nos hieren. Cuando nos dan tan fuerte. Y no debe ser así.
Detuve el auto más adelante para conversar con la señora del daño que le había ocasionado a mi carro y decidimos ir a la policía, en el camino me pongo a pensar todo lo que puedo perder si decido seguir hacia Amet, y todo lo que puedo ganar si decido no ir.
Decidí no ir y le hago saber a la señora. Quizás ella piense que soy una tonta y que me vio la cara de pendeja. Pues lo veo de otra forma. Preferí no arriesgarme a ir a la policía y como está de difícil todo, con posibilidad de enfermarme de COVID, de gastar mi energía y ganar intranquilidad por algo que se puede resolver luego con 5 – 6 mil pesos. A perder tiempo y dinero que probablemente es más de lo que vale el daño causado.
¿Por qué estresarse tanto por tonterías en esta vida? Y menos en este tiempo de pandemia que la gente anda loca. Literal… Loca. Vale más estar viva, tener paz que tener dinero, lujos y la mala voluntad de los demás.
PD: Señora, si llega a ver esto, conduzca con más cuidado que no todos son como Sandra Fernández.