Madre, cualidad divina que ahora se le atribuye a cualquiera, pero cuyo significado es tan complejo como el dilema de Hamlet.
Lamentable es el caso y penosa la situación, en que niñas crían a niños porque una niña le hizo nacer. Contemplamos una sociedad corrompida, en la que niñas y adolescentes creen ser adultas y desean sexo, dinero, lujo y plástico que le haga una figura irresistible ante la vista del deseo masculino y la envidia de las féminas; aunque sólo sea plástico, aunque muera en el intento, quieren hacerlo porque “el fin justifica los medios”.
Existen quienes afirman no tener opción alguna, que es lo único que aprendieron en su hogar; para otras se les hizo difícil vivir con su familia y buscaron afuera lo que para ellas no existía en casa, o en grados extremos fueron el resultado de la violencia intrafamiliar.
Y si preguntamos qué significa para ellas ser madre tendríamos una respuesta común para la mayoría: quedar en cinta y dar a luz a una criatura. Es más, si le añadimos el concepto de ser hija, quedaría un hueco en aquel cuestionario.
Sólo una madre, que no necesita este título para demostrar que lo es, se atreverá a responder certeramente, nos tomará de los hombros y fijando sus pupilas en las nuestras nos hablará sin titubear: Madre es aquella lámpara de un huésped que durante 06 a 10 meses se encuentra en su vientre. Madre es negarse a las vanidades y vanaglorias del abismo y entregarse por entera a un ser vivo. Es ver en su rostro la felicidad de por fin conocer desde afuera a la persona con la que compartió su sangre, alegrías y penas; verle empuñar su mano en su dedo, mientras dice con sus ojos que es un te amo, no un te quiero. Es aquella sensación que te llena cuando escuchas de sus labios “mamá”, cuando da sus primeros pasos, queriendo correr sin saber gatear y mientras ordenas la ropa él ya ha puesto boca abajo la cocina. Entonces tienes que ser firme y ponerle disciplina.
Madre es graduarse de Primeros Auxilios, de Watchman, Juegos Olímpicos de Pequeños Gigantes, Psiquiatría, Medicina, Educación, Contabilidad, Reparatodología, y por no decir más, es una Todóloga voluntaria y con afecto ilimitado; porque la única remuneración que desea es contemplar en el rostro y en el alma de ese pequeño, una sonrisa de felicidad. Eso sí que no tiene precio; pero cuando llega la pubertad te preguntas “¿qué hice mal?” luego comprendes que lo diste todo, y debes dejar que ellos o lo tomen o lo esparzan por el suelo. Entonces te abraza la vejez y rara vez llega a tu puerta, trae a los nietos y se toman fotos contigo para publicarlas en Facebook; y reconoces esos momentos, en los que de un abrir y cerrar de ojos… crecieron.
Así que si eres madre y lo has dado todo y/o continúas dando, entonces felicidades; felicidades por tener el título más grande otorgado a la humanidad y la responsabilidad más dura, pero placentera, que puede adquirir un ser humano: ser MADRE.
Y si existieran palabras o letras para expresar la gratitud de mi alma, estarían plasmadas entre tinta y sangre hasta la profundidad de mi ser. Mi perla, Orkidyas Alcántara de Báez y con usted a todas las madres: infinitas gracias. Gracias por despojarse de sí mismas y entregarse por entero, por darlo todo sin esperar nada, por amar incluso más que a su propia vida, por pequeños y enormes detalles que las hacen madres, no de un domingo en el mes de mayo, sino de todos los días del año.